¿Qué máscara llevas hoy?
Todos, en algún momento, llevamos máscaras. Y lo hacemos de manera inconsciente, la mayoría de las veces para protegernos. Nos protegemos de ser juzgados, criticados, menospreciados o ridiculizados, rechazados o abandonados.
Nuestra máscara se creo en la infancia, donde fuimos heridos emocionalmente y para no volver a sentirnos de aquella manera nos fabricamos la máscara que nos protege del dolor emocional que nos crea dicha situación.
¿Cómo se activa una máscara? De estas tres maneras distintas:
1. Te afecta la actitud o el comportamiento que alguien tiene contigo.
2. Te sientes culpable: tienes miedo de herir a alguien o de activar una de sus heridas con lo que dices o haces.
3. Sufres por lo que te haces o por cómo eres contigo mismo.
Cada día, pasamos de una máscara a otra según las circunstancias o las personas con las que nos encontramos. Generalmente, en el trabajo es donde sufrimos más la traición y la injusticia, mientras que en nuestra vida personal es donde sufrimos más el abandono y el rechazo. La humillación casi siempre la vivimos con nosotros mismos; no acusamos a los demás de habernos humillado.
Observa tus patrones de comportamiento cuando estas en diferentes situaciones sociales.
La máscara de huida: te lleva al miedo ante la autoridad o los conflictos donde se tenga que auto reconocer (discusiones, toma de decisión, auto-valía), te percibe diferente al resto de tu familia y al mismo tiempo te sientes aislado de los demás e incomprendido.
La máscara de la dependencia: como dependiente piensas que nunca serás capaz de valerte por ti mismo y que necesitas a alguien en quien apoyarte, crees que tus males se deben a la mala suerte, tienes una forma dramática de expresarte para llamar así la atención de los demás.
La máscara del masoquista: como lo haces inconscientemente sueles buscar esa humillación sin darte cuenta. De este modo aprendes a castigarte y humillarte a ti mismo, antes de que lo hagan otros, crees que debes servir aquellos a los que amas y ponerlos por delante de ti mismo.
La máscara de la rigidez: pero en el fondo eres injusto contigo mismo, pues no te permiten expresar tus verdaderos sentimientos, rara vez admites que tienes problemas o que algo te molesta, y si lo admites, enseguida dices que no es para tanto. Te controlas para parecer perfecto y para no decepcionar a los demás.
La máscara del controlador: tienes una personalidad fuerte, posesiva, desconfiada y controladora. Sientes la necesidad de mantener el control para no sentirte estafado, y das mucha importancia a la fidelidad y a la lealtad.
Si tienes heridas muy dolorosas, deberás hacer acopio de fuerzas. Puedes saber que sufres una gran herida por el dolor que estás experimentando desde muy joven y por el hecho de que te sientes muy a menudo, impotente a la hora de encontrar una solución. Puedes tener la sensación de que te cuesta ver la luz al final del túnel.
Recuerda que no estas solo, puedes contactarme y estaré encantada de ayudarte en tu proceso de sanar.